Durante un conflicto entre niños es posible que se escape algún mordisco de forma puntual, este hecho no tiene por qué suponer nada fuera de lo que se puede considerar normal en su desarrollo. Sin embargo, cuando esta acción se convierte en algo habitual, puede ser reflejo de algún tipo de problema emocional o de conducta, que debe ser afrontado convenientemente para facilitar su socialización y su correcta evolución.
¿Por qué muerden?
El hecho de morder no implica necesariamente una reacción agresiva, sino que es más bien una manera de explorar y relacionarse con el medio que los rodea. Según van creciendo, cuando quieren llamar la atención o reclamar algo que consideran suyo, o simplemente ven a otros niños hacer lo mismo, también recurren a los mordiscos, especialmente si están viviendo alguna situación estresante o se sienten particularmente nerviosos por algún tipo de cambio.
Cuando los niños muerden por estrés, derivado de situaciones en las que se encuentran bajo presión, aquello que les molesta provoca esa reacción no deseada, para intentar minimizar sus efectos; algo parecido ocurre cuando están frustrados porque no se encuentran cómodos en alguna situación y reaccionan agresivamente. Hay que hacerles ver que morder duele y que no está bien hacerlo.
¿Cuáles son las causas?
Las causas por las que tu hijo muerde pueden ser las siguientes:
- Exceso de energía: Muchos niños pequeños, tienen un exceso de energía sin descargar y en ocasiones encuentran en el mordisco una forma de liberar ese excedente, suelen estar acompañadas de risas y tensión en brazos y cuellos.
- Molestias en las encías: Algunos niños están muy molestos con sus encías y por el nacimiento de algún diente o colmillo y necesitan morder para calmarse.
- Desean llamar la atención: En ocasiones quieren hacerse entender y al no contar con expresiones fonéticas suficientes, recurren al mordisco para hacerse “ver” u “oír” intentan así llamar la atención tanto de un adulto como de otros niños.
- Manifestación de amor: los mordiscos suelen ser manifestaciones de amor y no de agresión y es importante que así se tome, ya que las impresiones que recibe de los que le rodean en relación a sus acciones, le quedan registradas y son las que lo modelan.
- Sentimiento de apropiación: a través del mordisco, los niños intentan por lo general apropiarse un poquito de ese otro al que ellos quieren y el impulso por conocer y apropiarse, lo llevan a esta actitud, como cuando comenzaron chupando todo lo que había a su alrededor, ya que la boca es el primer vehículo a través del cual conocen el mundo.
- Descargas agresivas: En algunas circunstancias pueden ser descargas agresivas, pero bajo circunstancias de mucha tensión para el niño.
¿Qué debo hacer?
Ante todo hay que mantener la calma. Luego debes corregirlo, acercándote a él, no alzando la voz desde el otro lado, con un tono contenedor y con una actitud de compresión y escucha. Además trata de propiciar el diálogo corporal, con una mirada de ojos normal, no de enfado. Recuerda corregirlo diciendo en pocas palabras que expresen que si quiere jugar con el otro debe tocarlo o mirarlo, en vez de morderlo abrazarlo, que si quiere algo para morder que coja o pida un juguete, una fruta o un pedazo de pan. Que a los niños/as y a los papás les duele su mordisco, mientras que a los juguetes y a las cosas no.
¿Qué es lo que no debo hacer?
Lo que no se debe hacer es quejarse de su comportamiento frete al niño, castigarle sin explicarle lo que ha ocurrido. Recuerda que tampoco se debe gritar, menos aún desde otro sitio. Tampoco debes dejar que te muerda o muerda a otras personas sin decirle nada, como si no pasara nada.
Si ponemos toda nuestra atención solo en si muerde estaremos sin querer remarcando esta actitud y no otras que son más aceptadas. Pero sin mostramos compresión, si le damos otras posibilidades de hacer, irá canalizando esa energía que pone en el muerdo en hacer otras cosas y entonces será positivamente canalizada y no quedará sólo la mala acción, sino por el contrario toda la vitalidad estará encauzada a lo creativo.
Para tener en cuenta:
- Diremos NO de manera firme pero sosegada, desaprobando la acción.
- Acompañaremos nuestra actuación con una frase, por ejemplo: “Morder hace daño a los demás”.
- Cuando la conducta persista, aplicaremos el “tiempo fuera” durante un breve periodo de tiempo.
- Mostraremos otras maneras de relacionarse con los demás que le permitan expresar sus emociones.
- Repetiremos el mensaje “Con la boca se dan besos”. De esta manera conocerá formas no agresivas de utilizar la boca y aprenderá a respetar a los demás.
- Enseñaremos a cómo expresarse en diferentes situaciones y en tono conciliador.
- Elogiaremos la situación que se resuelve sin morder.
- Aprovecharemos el momento de la comida para recordar que lo que se muerde y se mastica son los alimentos.
- Entenderemos esta fase de los mordiscos como una más de su desarrollo.
- Trabajaremos en equipo (padres y educadores) para que, con tiempo, constancia y paciencia, vaya mejorando la situación
- Necesitaremos que aprendan alternativas para ir modificando la conducta de forma adecuada.
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