A partir del año, una de las alteraciones infantiles del sueño más frecuentes son las pesadillas. Es lo que ocurre a un niño que abre los ojos aterrado recordando una historia que ha sucedido mientras dormía:” Un monstruo enorme me iba a comer… y justo en ese momento me he despertado”.
Las pesadillas son sueños desagradables que se recuerdan. En ocasiones nos despertamos durante la noche, pero a veces simplemente los recordamos al día siguiente. Como todo sueño se produce en fase REM, aquella en la que soñamos; por eso se hace muy difícil localizar esta alteración antes de los dos años.
En la mayoría de los casos es una alteración pasajera que acostumbra a mejorar con la edad, por esta razón se recomienda tranquilizarlos y no hacer nada más. Si su hijo tiene pesadillas cada noche o siempre son la misma, puede ser un indicador de un estado de ansiedad latente en el niño. Y en este caso, solo tranquilizarlo no servirá para evitar que se repitan.
Por otra parte, los terrores nocturnos suelen ocurrir de dos a tres horas después de que el niño concilie el sueño, cuando tiene lugar la transición desde la fase de sueño más profunda no REM a la más superficial de sueño REM, la etapa en que se producen los sueños. Por lo general, esta transición sucede con suavidad. Pero en ocasiones el niño se agita y se asusta y esa reacción de miedo, es el terror nocturno.
Durante un terror nocturno, un niño puede incorporarse y sentarse en la cama súbitamente y ponerse a chillar o gritar como si estuviera sumamente angustiado. La respiración y el ritmo cardíaco se le pueden acelerar, puede empezar a sudar, a agitarse y a comportarse como si estuviera sumamente alterado y asustado. Al cabo de unos minutos o algo más, el niño se calma y se vuelve a dormir plácidamente.
¿ SON PESADILLAS O TERRORES NOCTURNOS?
Antes de actuar es importante saber si de verdad es una pesadilla o es un terror nocturno.
La principal diferencia es que en los terrores nocturnos el niño no sueña, sino que esta profundamente dormido y su cuerpo se activan. La mayoría grita y se mueve de forma muy violenta, aun con los ojos abiertos. En realidad están dormidos y por eso no responden al contacto de los padres ni miran directamente a los ojos.
Otra diferencia es que los terrores nocturnos pueden darse entre una y cuatro horas después de empezar a dormir, y las pesadillas se dan en la mitad de la noche.
La pesadilla acaba despertando al niño, que recuerda una historia aterradora. En cambio el terror no suele despertar al niño, y si lo hace no recuerda nada de lo que ha pasado.
¿QUÉ PODEMOS HACER PARA CALMARLE?
En general, si regaláis a vuestros hijos días más tranquilos, él os dará noches mas tranquilas.
? Tiempo juntos. Si durante el día están menos estresados, no ven películas impactantes y pueden estar más tiempo en contacto con los padres (fuente de tranquilidad y bienestar), las cosas mejoraran.
?Reducir su ansiedad. Si el niño ya tiene miedo desde el momento en que va a dormir, soluciones como hacerlo acompañado, poner luces o dejar la puerta de la habitación abierta suelen ayudar.
?Comprenderle. No restéis importancia a lo que ha pasado .Él no quiere oír “no ha sido nada”, sino “tranquilo, estoy contigo”. Si se siente incomprendido, todavía tendrá mas miedo porque, para el, lo que ha pasado es real.
Cuando son mayores y diferencian la realidad del sueño, si es que se les puede tranquilizar con un “sabes que solo ha sido un sueño” pero antes no.
?Reinventar el final. Si la pesadilla es de temática repetitiva, intentar construir una historia alternativa, en la que el final sea feliz o el monstruo desaparezca.
¿PUEDEN ESTAR PROVOCADAS POR LA ANSIEDAD?
Los niños son muy susceptibles a todo lo que pasa a su alrededor. Enseguida captan determinadas situaciones: cuando los padres discutimos a menudo, un cambio de vivienda o al empezar la escuela, cuando nos enfadamos con ellos…
Están situaciones crean unos sentimientos que el niño no puede asimilar fácilmente, ni siquiera de día. Los adultos si lo hacemos: cuando estamos estresados vamos a tomar un café con una amiga o le explicamos a nuestra pareja lo que nos pasa .Pero los niños no, estos se van cargando y es entonces cuando aparecen los monstruos, símbolos de sus sentimientos.