Los niños que manejan dos o más idiomas son una realidad cada día más común en nuestro país. Ya sea porque inmigrantes o parejas mixtas se establecen aquí o porque algunas familias, tras volver de un período en el extranjero, desean que sus hijos conserven una segunda lengua.
La adquisición del lenguaje tarda años, por eso mientras más temprano se estimule el segundo idioma más fácil será dominarlo. El cerebro posee centros de lenguaje que están especialmente preparados para manejar el código lingüístico. Antes de los 12 años, una nueva lengua produce cambios estructurales en estos centros y la persona aprende el segundo idioma sin acento. Después de esta edad, el aprendizaje recae más en los centros de la memoria que en los del lenguaje y por eso en los adultos el proceso es más intelectual que en los niños.
A corta edad, el nuevo lenguaje se aprende en forma natural porque el niño está programado para ello. Para él es fácil, no le complican los dos idiomas y absorbe todo como esponja.
Lengua materna vs. social
El lenguaje materno es la primera lengua que el niño incorpora como vía de comunicación. En el caso de que la familia emigre, ésta puede ser distinta al lenguaje social, que es el idioma del país donde se llega.
El cerebro funciona como un ordenador que maneja varios códigos lingüísticos a la vez y selecciona el lenguaje a desarrollar de acuerdo a un principio de supervivencia, es decir elige el idioma del entorno.
En el proceso influye la edad del menor. Antes de los 6 años, el niño está volcado hacia la familia, por lo que es más fácil mantener un segundo idioma en la casa. Es la época de plantar la semilla. Cuando son más grandes, el idioma del ambiente es tan poderoso que gana al familiar. Entonces, es común que contesten en castellano, catalán, mallorquín, vasco, etc. cuando el progenitor les habla en otro idioma. La recomendación es seguirle hablando en el segundo idioma porque el niño ya tiene este lenguaje internalizado y lo puede retomar más tarde.
Colegios bilingües
Ser bilingüe implica manejar dos códigos lingüísticos con la misma eficiencia. No se trata tan sólo de comunicarse, sino que de pensar en otro idioma. Tener dos lenguas abre un mundo de posibilidades al niño; al poseer un doble instrumento para pensar se le facilita cualquier aprendizaje: desde las matemáticas hasta otra lengua.
Muchos padres quieren que sus hijos lo sean y para lograrlo los matriculan en colegios bilingües. Se señala que es importante analizar las razones que los motivan a ello. Si la familia no habla ese idioma hay que ser conscientes de que va a depender más del colegio que de ellos. Además, es necesario verificar que el niño no tenga problemas de aprendizaje o de lenguaje. A un pequeño con dislexia o con dificultades para pronunciar se le dificulta mucho la escolaridad bilingüe, por lo que hay que reevaluar las intenciones.
Sin embargo, el que los padres fomenten el ser bilingüe también implica responsabilidades. Una segunda lengua facilita alternativas como viajar o estudiar en otros países. Cuando el niño crezca va a tomar opciones y hay que darles la libertad de poder elegir.
Las dificultades
Si al niño se le habla desde que nace en dos idiomas es normal que exista un atraso de hasta 6 meses en el habla. Como maneja dos códigos lingüísticos, se restringen las posibilidades en ambos, pero si todo va bien al menos uno de los dos idiomas va a ser rico.
Si los niños pequeños no dominan el lenguaje, el no poder comunicarse los angustia. Esto puede provocar el uso de destrezas no verbales como pataletas o comportamiento agresivo, lo que detiene su desarrollo. Por ello la detección precoz de problemas de lenguaje es clave.
En el caso de niños mayores, cuando no hay seguridad en el manejo de la nueva lengua, la ansiedad por los aspectos académicos no sólo acarrea problemas escolares, sino también emocionales, como retraimiento y baja autoestima. Un niño escolarizado en un colegio bilingüe con fracasos escolares reiterados tal vez no sea el idóneo para este sistema. Entonces, los padres deben evaluar la situación.
Cómo estimular
Hay que tratar de mantener el segundo idioma en el ambiente familiar. No hay que mezclar las dos lenguas y, si es posible, asociar la segunda a una persona, por ejemplo, uno de los padres.
Lo fundamental es que el aprendizaje sea entretenido. Para ello se pueden utilizar libros, canciones o películas. Cuando son mayores hay que aumentar la motivación. A los adolescentes se les puede estimular, por ejemplo, haciendo un buen uso didáctico de las posibilidades que brinda Internet. El contacto con personas que hablen esa segunda lengua o viajes a países donde se utilice, son otra alternativa.
La escolaridad temprana en el idioma extranjero es lo ideal.
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